Esto se traduce en que autogestión en nuestra escuelita significa hacer turnos de cuidados no remunerados para estar con el acompañante que recibe un salario, encargarse de hacer la comida y limpiar el espacio, participar en las asambleas donde se toman decisiones pedagógicas y logísticas, lavar las sábanas y los trapos y las fundas de los cojines cada semana, pintar las paredes y poner estanterías, participar en charlas y encuentros en los que se habla de este tipo de proyectos, buscar la manera de tejer redes con otras asociaciones y entidades del barrio, pensar conjuntamente cómo resolver los conflictos entre las niñas y los niños (y los mayores) o imaginar cómo se podría hacer más accesible el proyecto para personas con más dificultades económicas o de sectores sociales diferentes al nuestro.